Siempre me gustaron más las noches que los días. También las miradas de complicidad. Las risas espontaneas, el dejarte fluir.
El darme cuenta de que ando al compás de otra persona, el sentirme conectado.
Pero rara vez se consigue. Me pierdo en mi noche sin redes ni cuerdas, soy un equilibrista destinado a caer. Las manos estendidas sin asideros.
La oscuridad es un utero infinito en el que encojerme y dormir. Soñar y huir, inventarme mundos en los que todo se puede controlar. Me introduzco en un guión y suelto frases épicas al aire.
Luego llega el día, me despierto. Veo que cada vez es todo más homogéneo, como si las cosas perdieran su brillo. Tu eres tu y no mi sueño. Te alejas. Me tapo con la sabana. Quisiera dormir las venticuatro horas del día.
No quiero risas forzadas, miradas incomodas. No quiero sentir que me tropiezo constantemente, ni cruzarme con la gente y parar para no chocarme.
No me engañes, aunque haga un calor agobiante, la nieve sigue surcando el cielo con el polen de Mayo.
El darme cuenta de que ando al compás de otra persona, el sentirme conectado.
Pero rara vez se consigue. Me pierdo en mi noche sin redes ni cuerdas, soy un equilibrista destinado a caer. Las manos estendidas sin asideros.
La oscuridad es un utero infinito en el que encojerme y dormir. Soñar y huir, inventarme mundos en los que todo se puede controlar. Me introduzco en un guión y suelto frases épicas al aire.
Luego llega el día, me despierto. Veo que cada vez es todo más homogéneo, como si las cosas perdieran su brillo. Tu eres tu y no mi sueño. Te alejas. Me tapo con la sabana. Quisiera dormir las venticuatro horas del día.
No quiero risas forzadas, miradas incomodas. No quiero sentir que me tropiezo constantemente, ni cruzarme con la gente y parar para no chocarme.
No me engañes, aunque haga un calor agobiante, la nieve sigue surcando el cielo con el polen de Mayo.